Del Ashtanga al Rocket: Evolución y Libertad

Descubre cómo el Rocket Yoga surge del Ashtanga como una práctica que equilibra disciplina y libertad.
Del Ashtanga al Rocket: Evolución y Libertad en el Mat
Tradición y movimiento

El yoga, como la vida, está en constante transformación. Aunque sus raíces sean antiguas, su práctica se renueva cada vez que alguien extiende su esterilla. Entre las muchas formas que ha tomado a lo largo del tiempo, el Ashtanga Yoga y el Rocket Yoga representan un puente hermoso entre la disciplina y la libertad, entre la estructura y la creatividad. Son dos expresiones de un mismo camino: el autoconocimiento a través del movimiento consciente.

El Ashtanga Yoga: la raíz disciplinada

El Ashtanga Yoga, transmitido por Sri K. Pattabhi Jois, es una práctica rigurosa basada en una secuencia fija de posturas. Cada respiración tiene un lugar, cada movimiento una intención. Su sistema se apoya en tres pilares: vinyasa (movimiento con respiración), drishti (punto de enfoque) y bandhas (cierres energéticos).

Esta estructura, aparentemente rígida, es en realidad una forma de meditación en acción. La repetición diaria de la misma secuencia nos enseña a habitar el cuerpo con presencia, a observar los patrones mentales y a cultivar una profunda disciplina interior.

En Ashtanga, no se trata de cambiar la práctica, sino de dejar que la práctica te cambie a ti.

El nacimiento del Rocket Yoga

En los años 80, Larry Schultz, alumno de Jois, comenzó a adaptar el Ashtanga para hacerlo más accesible a diferentes niveles de practicantes. Así nació el Rocket Yoga, un estilo que conserva la estructura del Ashtanga pero introduce libertad, creatividad y juego.

El nombre “Rocket” —“cohete”— surgió de una frase del músico Bob Weir, guitarrista de Grateful Dead, quien decía: “It gets you there faster”. Y no se refería a llegar a una postura difícil, sino a alcanzar estados de conciencia y energía de manera más directa, más ligera.

Rocket no rompe con la tradición: la honra desde la evolución. En lugar de series cerradas, ofrece variaciones, opciones y transiciones más fluidas. Acepta la imperfección, el humor y el gozo en la práctica, recordando que la evolución del yoga también es la evolución del ser humano.

De la exigencia al juego consciente

En el Ashtanga, el foco está en la constancia; en Rocket, en la posibilidad. Ambas aproximaciones son necesarias. La primera nos enseña la fuerza del compromiso; la segunda nos recuerda que el compromiso no está reñido con la alegría.

Practicar Rocket puede sentirse como abrir una ventana dentro de una estructura firme: hay aire, ligereza y expansión. Las transiciones se vuelven creativas, las posturas se adaptan al cuerpo del día, y cada clase es una conversación viva con uno mismo.

En un mundo que muchas veces nos empuja hacia el perfeccionismo, Rocket Yoga devuelve al cuerpo su derecho a moverse con curiosidad y humor. La práctica no exige una forma, sino una presencia.

Beneficios físicos y mentales

Ambos estilos, aunque distintos en su ritmo y enfoque, comparten una esencia común: conectar cuerpo, respiración y mente.

  • El Ashtanga Yoga fortalece el sistema nervioso, desarrolla resistencia, equilibrio y una profunda capacidad de concentración.
  • El Rocket Yoga, al liberar el patrón fijo, potencia la creatividad, la escucha y la adaptabilidad, permitiendo que cada clase sea una exploración.

A nivel emocional, Rocket aligera. Abre espacio para reírse, para caerse sin dramatismo y levantarse con gratitud. Es una práctica que enseña humildad y alegría, recordando que el verdadero progreso no se mide en la profundidad de una postura, sino en la suavidad con la que habitamos nuestra práctica.

Tradición y evolución pueden convivir

El paso del Ashtanga al Rocket no es un abandono de la tradición, sino su madurez. Cada generación de practicantes encuentra nuevas formas de sostener lo esencial: el vínculo entre respiración, movimiento y conciencia.

Así, lo tradicional y lo contemporáneo pueden coexistir en armonía. La estructura del Ashtanga ofrece raíz y coherencia; la libertad del Rocket, expansión y ligereza. Un equilibrio perfecto entre el respeto al linaje y la autenticidad personal.

Yoga Home Madrid: donde la tradición se encuentra con la evolución

En Yoga Home Madrid, esta visión del yoga como proceso vivo se manifiesta en cada práctica. Ofrecemos clases de Ashtanga tradicional y también de Rocket Yoga, para que cada alumno pueda explorar ambas energías: la del enfoque y la del vuelo.

Nuestras clases son reducidas, con atención personalizada, para que cada cuerpo practique con seguridad y confianza. Los profesores, altamente especializados, acompañan a cada estudiante a encontrar su equilibrio entre la disciplina y la libertad.

Las salas amplias, luminosas y cálidas crean un entorno que invita a detener el tiempo y a respirar. Aquí, la práctica no es solo física: es un espacio de comunidad, autoconocimiento y evolución compartida.

La libertad nace del compromiso

El Rocket Yoga no sustituye al Ashtanga, sino que lo complementa, lo actualiza y lo humaniza. Nos recuerda que la verdadera libertad no consiste en hacer lo que queremos, sino en encontrar ligereza dentro de la estructura.

Practicar ambos estilos es, en última instancia, practicar la vida: momentos de firmeza, momentos de expansión, y entre ellos, una respiración que une todo.

Yoga Home Madrid puede ser el lugar donde esta transformación continúa para los yoguis avanzados. Con un enfoque en la enseñanza personalizada, los practicantes experimentados pueden encontrar un espacio donde explorar nuevos horizontes en su práctica de Rocket, mientras se mantienen fieles a los principios fundamentales del yoga.

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