Secuencias de yoga ideales para el verano. Posturas suaves, respiraciones refrescantes y actitudes que equilibran el calor externo e interno.

El verano como oportunidad de escucha corporal
El verano no solo eleva la temperatura exterior, también intensifica nuestro fuego interno, tanto física como emocionalmente. Es la estación donde tendemos a movernos más, a salir, a hacer planes, pero también donde el cuerpo pide más ligereza y la mente necesita espacios de pausa. Por eso, adaptar la práctica de yoga en verano no es opcional: es un acto de cuidado consciente.
El calor modifica nuestro estado fisiológico y mental. Aumenta la circulación, la sudoración, la agitación y, en muchas personas, también la irritabilidad o la fatiga. En este contexto, un yoga que contemple las necesidades estacionales no solo mantiene el cuerpo sano, sino que devuelve equilibrio.
Qué evitar y qué cultivar en tu práctica veraniega
En épocas calurosas, conviene suavizar las prácticas demasiado intensas, especialmente aquellas que sobreestimulan el sistema nervioso o aumentan el calor interno. Secuencias de backbends vigorosas, muchas invertidas sostenidas o vinyasas muy rápidas pueden alterar más que equilibrar.
Por el contrario, las posturas de flexión hacia delante, torsiones suaves y posiciones restaurativas se convierten en grandes aliadas. El enfoque en la respiración lenta, nasal y consciente ayuda a regular la temperatura y la actividad mental.
Pranayamas que refrescan
Existen técnicas respiratorias en yoga específicamente recomendadas para momentos de calor:
- Sitali y Sitkari son pranayamas refrescantes que enfrían el cuerpo y calman la mente.
- La respiración nasal lenta y sin retenciones alarga la exhalación y activa el sistema parasimpático, ayudando a bajar la intensidad interna.
Incorporar estas prácticas en la mañana o al atardecer transforma tu rutina veraniega en una herramienta de bienestar.
Secuencias ideales para el verano
Posturas como Supta Baddha Konasana, Paschimottanasana, Janu Sirsasana, Viparita Karani y Balasana ofrecen un efecto calmante, estiran suavemente y promueven la introspección. También es recomendable incluir suaves torsiones supinas para facilitar la digestión y liberar la zona lumbar, que en verano se resiente por actividad o descanso excesivo.
Una secuencia de 20 a 30 minutos, bien diseñada, puede marcar una gran diferencia en la calidad de tu energía diaria.
Más allá de las posturas: actitud y escucha
El verdadero yoga de verano está en aprender a soltar la autoexigencia. En entender que en los días de más calor o cansancio la práctica puede ser mínima y seguir siendo valiosa. Que tomarte un descanso, meditar 5 minutos o respirar profundo al despertar es también yoga.
Adaptar tu forma de practicar según la estación es, en esencia, vivir en sintonía. Y eso, más allá de las asanas, es la enseñanza más profunda.
El descanso como parte de la práctica
Durante el verano es vital darle espacio al descanso consciente. Savasana debe ocupar un lugar central, no como cierre rápido sino como práctica principal cuando se necesite. Permanecer en quietud permite integrar las sensaciones, bajar la temperatura corporal y estabilizar la mente.
Dedicarle tiempo a la quietud en verano es una manera sutil pero poderosa de recordarte que no todo es hacer y que, en el silencio, el cuerpo también se repara.
Práctica que se adapta, práctica que sostiene
El yoga, como disciplina viva, se adapta a los ciclos de la naturaleza y del cuerpo.
Aprovechar el verano para practicar desde la suavidad, refrescar desde la respiración y cuidar desde el descanso es una forma de sostener la salud integral.
Porque al final, más importante que lo que haces sobre la esterilla es cómo te escuchas y respetas fuera de ella.
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