Un ritual de yoga para el equinoccio de otoño: secuencia de posturas, respiración y relajación para soltar, equilibrar y enraizar tu energía en esta temporada de cambio.

El otoño llega con su propio lenguaje: los días se acortan, la luz se suaviza y el aire se vuelve más fresco y seco. Es una estación de transición, un puente entre la vitalidad expansiva del verano y la quietud del invierno. En el yoga, cada cambio de temporada es una invitación a observarnos y ajustar nuestra práctica para acompañar ese movimiento natural. El equinoccio de otoño, en particular, es un momento de equilibrio, en el que día y noche se igualan antes de que la oscuridad vaya ganando terreno. Crear un ritual de yoga para esta fecha puede ser una manera poderosa de honrar la naturaleza y recordarnos nuestra profunda conexión con ella.
El simbolismo del equinoccio en el yoga
El equinoccio no es solo un evento astronómico, es también un recordatorio de que vivimos en ciclos. En el yoga, se entiende que nuestra práctica no es lineal: a veces fluimos con energía y fuerza, y otras nos recogemos en quietud y suavidad. El otoño nos invita a soltar lo que ya no necesitamos, al igual que los árboles dejan caer sus hojas. Es el momento perfecto para cultivar la introspección, el enraizamiento y la calma, preparando nuestro cuerpo y mente para la temporada más fría.
El otoño y la energía Vata según el Ayurveda
Si miramos esta estación desde el Ayurveda, la medicina hermana del yoga, el otoño se asocia con el dosha Vata, caracterizado por el movimiento, la sequedad y la ligereza. Cuando Vata se desajusta, podemos sentir ansiedad, insomnio, sequedad en la piel, digestión irregular y dificultad para concentrarnos. Por eso, las prácticas de yoga en otoño buscan traer lo opuesto: calor, estabilidad, suavidad y presencia. Crear un ritual de equinoccio es también un modo de equilibrar a Vata y sentirnos más arraigados.
Un ritual personal de yoga para el equinoccio de otoño
Más allá de una simple secuencia de posturas, un ritual implica intención, atención y presencia. Aquí te comparto una propuesta que puedes adaptar según tu nivel y tus necesidades.
1. Enraizamiento y respiración (Pranayama)
Comienza sentado en el suelo, en postura fácil (sukhasana). Cierra los ojos y siente el contacto de tus isquiones con la tierra. Respira profundamente, inhalando por la nariz y exhalando de manera lenta y larga. Dedica al menos cinco minutos a esta práctica de respiración consciente. Puedes trabajar Nadi Shodhana (respiración alterna), que equilibra los dos hemisferios del cuerpo y calma la mente, perfecto para el equilibrio del equinoccio.
2. Apertura con movimiento fluido (Vinyasa suave)
Inicia con algunos saludos al sol lentos, adaptados al ritmo del otoño. No busques la intensidad del verano, sino un movimiento consciente y deliberado que despierte tu energía sin agitarla.
3. Posturas de enraizamiento (Tadasana, Virabhadrasana II, Utthita Parsvakonasana)
Las posturas de pie ayudan a estabilizar la energía, recordándonos la importancia de estar firmes como los árboles. Mantén cada postura al menos cinco respiraciones, conectando con la fuerza de tus pies en la tierra.
4. Flexiones hacia adelante (Paschimottanasana, Uttanasana, Janu Sirsasana)
Las flexiones hacia adelante invitan al recogimiento y la introspección. Estas posturas calman el sistema nervioso, alivian la tensión en la espalda y promueven la sensación de entrega, tan necesaria para aprender a soltar en esta estación.
5. Torsiones suaves (Ardha Matsyendrasana, Bharadvajasana)
El otoño también nos habla de depuración. Las torsiones apoyan la digestión y ayudan a liberar tensiones acumuladas en la columna. Hazlas sin prisa, sintiendo cómo el cuerpo se abre con suavidad.
6. Invertidas suaves (Viparita Karani)
No es necesario practicar posturas exigentes: con solo elevar las piernas apoyadas en la pared, puedes estimular la circulación y calmar la mente. Esta postura, llamada también “las piernas en la pared”, es profundamente restauradora.
7. Relajación final (Savasana con manta)
El cierre del ritual debe honrar el recogimiento del otoño. Cúbrete con una manta, colócate en savasana y permítete descansar. Mantente al menos 10 minutos, observando cómo la respiración se calma y el cuerpo encuentra su equilibrio natural.
La intención como parte del ritual
Más allá de la secuencia, lo que transforma la práctica en un ritual es la intención. En el equinoccio de otoño, puedes dedicar tu práctica a soltar aquello que ya no te sostiene, a agradecer lo vivido en los meses anteriores y a abrir espacio para lo que vendrá. Una forma sencilla de hacerlo es escribir en un papel antes de empezar tres cosas que quieres dejar ir y, al final de la práctica, tres cualidades que deseas cultivar en esta nueva etapa.
Cuidar el cuerpo fuera de la esterilla
El yoga no termina al salir de la sala. En otoño, también puedes honrar tu cuerpo y mente con hábitos alineados con la estación: tomar infusiones calientes, comer alimentos de temporada (calabaza, batata, manzana, pera), abrigarte adecuadamente y respetar más horas de descanso. Estas pequeñas atenciones refuerzan el trabajo que realizas en tu esterilla.
Un momento para volver a ti
El equinoccio de otoño es un regalo de la naturaleza que nos invita a detenernos, mirar hacia adentro y reconectar con el equilibrio.
A través de un ritual de yoga, no solo fortalecemos el cuerpo y calmamos la mente, sino que también cultivamos una relación más profunda con los ciclos de la vida. Practicar en sintonía con el otoño es recordarnos que, al igual que los árboles, también nosotros podemos soltar lo que ya no necesitamos para renacer más ligeros y plenos.e lo nuevo ya está gestándose.
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