Secuencia de Pilates para principiantes diseñada para practicar con seguridad

Iniciar un camino en Pilates es mucho más que aprender una serie de ejercicios. Es abrir un espacio donde el cuerpo comienza a hablar, donde uno descubre la importancia de moverse desde la conciencia y no desde la prisa. Para quienes comienzan, la clave está en dos palabras: seguridad y energía. Seguridad para que el cuerpo se sienta protegido y respetado; energía para que la práctica no solo fortalezca, sino que también devuelva vitalidad y claridad.
La secuencia que proponemos a continuación está pensada para principiantes, pero también para cualquier persona que desee volver a lo esencial: movimientos simples, seguros y efectivos que construyen fuerza desde adentro hacia afuera.
1. El poder de la respiración y la activación del centro
Todo en Pilates comienza con la respiración. Tumbarse boca arriba, con rodillas flexionadas y pies apoyados, es la invitación inicial a tomar contacto con el cuerpo. Colocar las manos en el abdomen y sentir cómo las costillas se expanden al inhalar y se suavizan al exhalar cambia por completo la forma en la que nos movemos. Aquí aparece el Powerhouse, ese centro de energía que sostiene la columna y permite que los movimientos nazcan de un lugar estable. Para un principiante, comprender este gesto básico es más importante que cualquier postura avanzada. Sin un centro consciente, no hay seguridad; con él, todo movimiento se convierte en una fuente de fuerza y equilibrio.
2. Imprint & Release: la relación con tu columna
El siguiente paso consiste en aprender a dialogar con la espalda baja. Con cada exhalación, acercar suavemente la zona lumbar hacia la colchoneta y, al inhalar, volver a la curva natural de la columna. Este gesto, llamado Imprint & Release, no es un simple movimiento: es una lección de anatomía sentida. Enseña a proteger la zona lumbar, a reconocer cuándo la espalda se arquea demasiado y cómo encontrar una base sólida. Para quienes comienzan, esta conciencia evita molestias y permite avanzar con confianza hacia ejercicios más complejos.
3. Movilidad con control: Toe Taps
Desde esa misma posición, elevar una pierna a 90 grados y luego la otra despierta al cuerpo. El gesto de bajar un pie hacia el suelo y regresarlo, manteniendo el abdomen activo, parece sencillo, pero requiere concentración. Aquí no se trata de mover por mover, sino de coordinar respiración, fuerza abdominal y estabilidad lumbar. Es un ejercicio perfecto para fortalecer el core, proteger la espalda y, al mismo tiempo, cultivar la paciencia que caracteriza a toda práctica consciente.
4. Puente: activar la fuerza desde los glúteos
Elevar la pelvis en el Shoulder Bridge es, probablemente, uno de los momentos más reveladores para los principiantes. No solo activa glúteos y piernas, sino que invita a sentir la columna como una cadena de vértebras que se articulan una a una. Al subir, se fortalece; al bajar lentamente, se aprende a liberar. El puente ofrece una sensación de apoyo interno, de confianza en que el cuerpo puede sostenerse y generar energía sin tensar la espalda baja.
5. Espacios para liberar: círculos de brazos y El Gato
No todo en Pilates es fuerza. El movimiento de los brazos en círculos, coordinado con la respiración, abre espacio en los hombros y libera tensiones acumuladas en la parte superior del cuerpo. Luego, en cuatro apoyos, el clásico Cat Stretch nos recuerda que la columna está hecha para moverse. Al exhalar, redondear la espalda y sentir cómo se activa el abdomen es un gesto que limpia. Al inhalar y abrir el pecho suavemente, se experimenta un pequeño despertar. Esta alternancia es terapéutica: calma la mente y devuelve ligereza al cuerpo.
6. Energía vital: el Cien adaptado
En toda secuencia de Pilates hay un momento donde la energía se enciende. Para principiantes, el Cien puede adaptarse manteniendo rodillas flexionadas y reduciendo la intensidad. La idea no es forzar, sino experimentar cómo el bombeo de los brazos acompaña la respiración en ciclos de cinco tiempos. Poco a poco, la circulación se activa, el abdomen despierta y la práctica se transforma en una fuente de vitalidad. Es un ejercicio exigente, pero al adaptarlo, se convierte en un puente entre el esfuerzo y la resistencia consciente.
7. Integración y calma: Spine Stretch Forward
Al terminar, el Spine Stretch Forward devuelve quietud. Sentarse con las piernas extendidas y dejar que el tronco se pliegue hacia delante, sin prisa y sin forzar, es una invitación a integrar todo lo trabajado. La columna se alarga, la respiración se calma y la mente reconoce que la energía generada no proviene de la tensión, sino de la fluidez.
8. Relajación final: sostener lo aprendido
El cierre de la práctica es siempre una pausa en quietud. Tumbarse, respirar y permitir que el cuerpo asimile los movimientos es tan importante como los ejercicios en sí. Esta quietud es el recordatorio de que la energía no se acumula en la rigidez, sino en el equilibrio entre acción y descanso. Para un principiante, aprender esto desde el inicio marca la diferencia: se trata de entrenar, sí, pero también de escuchar, cuidar y habitar el cuerpo con respeto.
Seguridad que da energía
Una secuencia para principiantes no es una versión reducida del método, sino la base de todo el trabajo.
Aquí no importa la dificultad de los ejercicios, sino la calidad con la que se realizan. La seguridad está en los detalles: en la respiración consciente, en el control del centro, en la suavidad de cada transición. Y la energía surge de esa misma precisión, porque cuando el cuerpo se siente sostenido, fluye con libertad. Practicar con constancia esta secuencia es aprender que Pilates no solo fortalece músculos, sino que enseña una forma de habitar el cuerpo con confianza, calma y vitalidad. día.
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