El poder del apoyo en yoga restaurativo según la tradición de Iyengar.

Cuando el cuerpo pide sostén
Vivimos en una sociedad que premia la autosuficiencia, el empuje y la productividad. Pero el cuerpo y la mente no siempre pueden —ni deben— sostenerlo todo en soledad. El yoga restaurativo, desarrollado en gran parte gracias a la visión del maestro B.K.S. Iyengar, nos recuerda una verdad esencial: descansar también es una forma de práctica profunda.
En estas sesiones, la clave no es la intensidad del esfuerzo, sino el poder del apoyo. Mantas, bloques, cinturones y bolsters se convierten en compañeros que sostienen el cuerpo para que el sistema nervioso pueda rendirse, soltar y regenerarse.
El legado de Iyengar: props que invitan a la entrega
Iyengar comprendió que no todos los cuerpos llegan a las posturas desde la misma condición. La rigidez, las lesiones, el cansancio o incluso las emociones influyen en la práctica. Por eso introdujo el uso sistemático de soportes —los llamados props—, no como muletas, sino como puentes hacia la experiencia real del asana.
En yoga restaurativo, el apoyo permite que el cuerpo permanezca más tiempo en una postura sin tensión, facilitando que la respiración se expanda y que la mente abandone la lucha. Cuando dejamos de “hacer esfuerzo” y permitimos que los soportes nos sostengan, la práctica se convierte en un espacio de confianza y entrega.
Apoyo físico, apoyo interno
Cada manta bajo la espalda, cada bolster que abraza el torso, es más que un recurso físico: es un símbolo. Nos recuerda que no necesitamos cargar solos con todo. En la esterilla, experimentar el sostén externo abre la puerta a reconocer nuestras necesidades de apoyo en la vida diaria.
El yoga restaurativo nos enseña que pedir sostén no es debilidad, sino inteligencia del cuerpo y el corazón. Así como el sistema nervioso se calma cuando descansa sobre un soporte, nuestra vida se pacifica cuando permitimos que otros nos sostengan.
El descanso como práctica transformadora
Las investigaciones actuales en neurociencia y psicología respaldan lo que la tradición ya intuía: el descanso profundo activa el sistema nervioso parasimpático, responsable de la reparación, la digestión y la regeneración celular.
Posturas restaurativas como Supta Baddha Konasana con apoyo, Viparita Karani sobre la pared o Setu Bandha Sarvangasana con bolster, permiten que la energía que normalmente dedicamos a “hacer” se redirija hacia la sanación interna.
En este espacio, la mente se aclara, el corazón se aquieta y el cuerpo se reordena desde dentro.
La dimensión filosófica: confiar y soltar
El yoga no es únicamente técnica corporal, sino un camino de autoconocimiento. El apoyo en yoga restaurativo encarna principios filosóficos como:
- Ahimsa (no violencia): evitar la autoexigencia y abrazar la suavidad.
- Ishvarapranidhana (rendición): dejar de controlar y permitir que algo más grande — la vida, la respiración, el sostén — nos lleve.
- Santosha (contento): cultivar la paz en lo que ya está, sin buscar más.
Al permitirnos ser sostenidos, practicamos la humildad de soltar el ego que quiere controlar todo. El cuerpo recostado en props es también un símbolo de rendición confiada ante la vida.
En un mundo que valora la acción constante, el yoga restaurativo es un acto de resistencia pacífica. Nos enseña que descansar es parte del camino del yoga, no un desvío.
Volver a sentirnos sostenidos
Practicar yoga restaurativo en la tradición de Iyengar es recordarle al cuerpo y a la mente que el sostén está disponible. A veces viene en forma de un bolster bajo la espalda; otras, en forma de la presencia de un amigo, una comunidad o incluso de nuestra propia respiración consciente.
En cada postura restaurativa, el apoyo externo se transforma en una experiencia interna: nos sentimos seguros, sostenidos, completos. Y desde ese lugar, surge una calma profunda que nutre todo nuestro ser.
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