Practicar yoga sin ser flexible.
Este artículo desmiente mitos y ofrece claves para comenzar una práctica real y consciente

El gran mito: “Para hacer yoga hay que ser flexible”
Si existiera un ranking de excusas para no empezar yoga, la número uno sería esta: “Yo no soy flexible”. Una idea tan instalada como equivocada. Lo cierto es que la flexibilidad no es un requisito para practicar yoga, ni siquiera es el objetivo.
Yoga es una herramienta de autoconocimiento, de cuidado y de conexión interior que cualquiera puede habitar desde el cuerpo que tiene, tal y como está.
La imagen popular de cuerpos hipermóviles en posturas imposibles ha creado una expectativa irreal que aleja a muchas personas de la esterilla. Y sin embargo, el yoga nació como una disciplina adaptada al individuo, no al revés. El verdadero sentido de la práctica está en escuchar, en observar y en estar presente con lo que hay, sin imponer cómo debería ser.
La flexibilidad se cultiva, no se exige
Una de las primeras enseñanzas del yoga es comprender que el cuerpo es cambiante. Lo que hoy parece rígido, mañana puede sentirse más suelto. Y no porque se busque a toda costa ganar elasticidad, sino porque al moverse con conciencia, los tejidos se hidratan, las articulaciones se liberan y el cuerpo recupera su movilidad natural.
Flexibilizar no significa forzar. Es más bien acompañar al cuerpo para que recuerde rangos de movimiento que, por la vida sedentaria o el estrés, se han limitado. La flexibilidad es una consecuencia secundaria y progresiva, no una exigencia de inicio.
Yoga es respiración, presencia y respeto al cuerpo
Antes de hablar de estiramientos, yoga es una práctica de respiración y escucha. Cada postura, incluso la más simple, propone sostener la atención en la respiración, en las sensaciones corporales y en el presente. Desde ahí, se empieza a crear un espacio seguro en el que mover el cuerpo sin expectativa de llegar a ninguna imagen predeterminada.
Para quien siente que su cuerpo está rígido o poco móvil, yoga es una herramienta ideal para recuperar confianza en el movimiento. Porque no se trata de cuánto se estira una pierna, sino de cómo se respira mientras se mueve.
Posturas accesibles para cualquier cuerpo
Existen decenas de posturas en yoga que no requieren flexibilidad extrema ni posiciones forzadas. De hecho, muchas de las asanas más terapéuticas se realizan tumbado o sentado, con soportes o apoyos, permitiendo que cada persona adapte la forma a su necesidad.
Posturas como Balasana (postura del niño), Tadasana (postura de la montaña), Sukhasana (postura fácil) o Savasana (postura de relajación) pueden practicarse desde cualquier nivel de movilidad. Porque lo que importa no es la forma exterior, sino la experiencia interior.
La flexibilidad mental: el verdadero reto
Curiosamente, lo que más se trabaja en yoga no es la flexibilidad física, sino la mental. Es aprender a aceptar los días en los que el cuerpo está más rígido, a soltar la necesidad de comparar o de alcanzar una forma. Es una práctica de paciencia, de observar sin juicio y de habitar el cuerpo con respeto.
Ese cambio de actitud —de exigencia a aceptación— es el que verdaderamente transforma la experiencia de la práctica. Porque cuando dejamos de pelear con el cuerpo, empieza el espacio real de calma y presencia.
Cómo empezar yoga si sientes que no eres flexible
Lo primero es soltar la idea de que “no puedes”. Cualquier persona puede practicar yoga porque se adapta a ti, no tú a él. Elegir clases suaves, enfocadas en movilidad, respiración y relajación, puede ser un buen inicio. También los estilos como Hatha Yoga, Yin Yoga o Yoga Restaurativo resultan especialmente amables para cuerpos rígidos o principiantes.
Apoyos como bloques, cojines y mantas ayudan a acercar el suelo o a sostener posturas sin tensión. Lo importante no es la amplitud del movimiento, sino la calidad con la que se habita.
Yoga sin flexibilidad: sí, y con propósito
Practicar yoga desde un cuerpo que no es flexible tiene un valor inmenso: enseña humildad, presencia y respeto. Obliga a escuchar y a aceptar límites sin dejar de moverse. Y poco a poco, esos límites cambian, se desplazan o se suavizan.
El yoga no pide cuerpos elásticos, sino mentes disponibles.
Que quieran observarse, respirar y volver una y otra vez a ese encuentro íntimo consigo mismas. Porque en ese espacio, sin importar cuán flexible seas, sucede la verdadera práctica.
El Yoga Real Está en Escuchar
Yoga no es para cuerpos flexibles, es para personas que respiran.
Empezar una práctica sin expectativas de forma y con intención de cuidado es abrir una puerta hacia el bienestar que no depende de cuánto se estira tu cuerpo, sino de cuánto te permites habitarlo.
Si alguna vez pensaste que no podías hacer yoga por no tocarte los pies, este es tu recordatorio: el yoga auténtico no se mide en centímetros, se siente en la respiración.cuerpo y tu respiración, recordándote que, a veces, avanzar significa aprender a detenerse.
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