Contraposturas en Extensiones: Cómo Proteger tu Espalda

La importancia de las contraposturas en yoga para cuidar tu espalda después de extensiones.

Contraposturas en Extensiones: Cómo Proteger tu Espalda

Las posturas de extensión son una de las joyas del yoga: nos invitan a abrir el pecho, expandir la respiración y activar la energía vital. Sin embargo, también son un terreno delicado para la espalda, especialmente en la zona lumbar, que suele recibir más presión de la necesaria. Aquí es donde entra en juego un principio esencial de la práctica consciente: las contraposturas. Aprender a integrarlas no solo protege el cuerpo, sino que también permite que la experiencia de las extensiones sea completa y equilibrada.

¿Qué ocurre en la columna durante una extensión?

Cuando realizamos posturas como bhujangasana (cobra) o urdhva dhanurasana (puente), la columna entra en un movimiento de arqueo que estimula los discos, activa la musculatura posterior y expande la caja torácica. Es un gesto lleno de vitalidad, pero que tiende a concentrar la carga en la parte baja de la espalda. Sin una práctica equilibrada, este exceso puede generar molestias o rigidez. Comprender esto nos ayuda a ver las contraposturas no como un añadido opcional, sino como una parte esencial del cuidado de la columna.

El principio de equilibrio en yoga

El yoga se fundamenta en el equilibrio entre opuestos: inhalar y exhalar, esfuerzo y descanso, expansión y recogimiento. Del mismo modo, las contraposturas responden a esta misma lógica. Después de una extensión, el cuerpo necesita un gesto complementario que devuelva neutralidad y suavidad a la columna. Este equilibrio no significa “borrar” lo que hemos hecho, sino integrar y asimilar el movimiento para que no quede tensión acumulada.

Cómo elegir la contrapostura adecuada

Las contraposturas más comunes después de una extensión suelen ser las flexiones suaves hacia adelante o las posturas de recogimiento. No es necesario ir a posiciones profundas; basta con gestos sencillos como balasana (postura del niño), apanasana (rodillas al pecho) o incluso permanecer tumbado boca arriba, dejando que la espalda repose en el suelo. Lo importante es que el cuerpo perciba un regreso al centro, un recordatorio de que no todo es expansión, también hay espacio para el recogimiento.

La importancia de la suavidad

Muchas veces, tras una postura intensa de apertura, sentimos la tentación de entrar rápido en la contrapostura. Pero aquí la clave está en la suavidad. No se trata de forzar una flexión después de una extensión profunda, sino de permitir que la columna recupere su neutralidad poco a poco. La suavidad es lo que protege y educa a la espalda, mostrándole que puede moverse con confianza en ambas direcciones sin generar resistencia.

Más allá del cuerpo: el gesto interno de las contraposturas

El papel de las contraposturas no es solo físico. También nos enseñan algo esencial sobre la vida: cada apertura necesita su recogimiento, cada impulso su pausa. Practicarlas es cultivar la sabiduría del equilibrio, entender que el exceso de expansión puede agotarnos y que la calma posterior nos ayuda a integrar lo aprendido. Así, las contraposturas se convierten en una metáfora de cómo sostenernos con ternura después de cada desafío.

La práctica que se completa

Practicar extensiones sin contraposturas es como abrir una puerta y no volver a cerrarla: la energía se dispersa y el cuerpo queda expuesto. En cambio, cuando damos espacio a esos movimientos complementarios, la práctica se vuelve redonda, nutritiva y segura. Las contraposturas no son un detalle técnico, son el recordatorio de que cuidar la espalda significa honrar el equilibrio natural del cuerpo. Solo así las extensiones pueden desplegar toda su belleza sin convertirse en un riesgo.


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